En este video, la presencia de la televisión es constante desde el comienzo. Se marca fuertemente el peso de este artefacto en el hogar. Por un lado una monótona voz en el fondo, que por su persistencia lucha por convertirse en el nuevo ruido de ambiente. Por el otro, el oído del espectador siempre termina recogiendo alguna palabra que no lo deja fundirse con el fondo.

Las palabras de nada más y nada menos que una noticia en vivo, la de un presidente de la nación yendose en helicoptero. Sin embargo, los diálogos más reconocibles, son los del hombre que sostiene la cámara mientras descubre sus funciones.

Podríamos pensar en el frenesí del directo de un evento importante, pero no es eso lo que se ve reflejado en el video, cuyos actores sociales más bien banalizan la situación y no comentan sobre ella.
La simultanedad ya no garantiza emoción sino que la información que transmite se vuelve condición básica de habitar el hogar. Como diría Mc Luhan, un medio que implica en profundidad, pero no excita, ni agita, ni subleva
La historia funciona como reflejo de una sociedad argentina abatida por una racha de noticias como esa. De las cuales, si bien ya no sabe que comentar, se sienta a mirar.

La cámara de video que filtra toda la secuencia es tambien reflejo de un contexto de nuevas tecnologías. Me resultó un guiño gracioso la última parte de la secuencia, donde la televisión es por primera vez mostrada con detenimiento y en quietud. Me recordó al texto, teniendo en cuenta que es el video (más bien la videograbación) la que permite a la televisión pasar de lo efímero al archivo histórico.
En 36 segundos golpea fuertemente la especificidad de la televisión.
Es posible leer la teoría del funcionamiento de la máquina de y anotar en nuestras cabezas las palabras cuadros y líneas de barrido. Pero no es hasta verlo, como lo muestra este video, que podemos comenzar a abandonar la ilusión de unidad de la imágen y pensar la idea de que realmente la imágen televisiva nunca está acabada. Una imagen que requiere continuamente que «cerremos» los espacios de la malla con una participación sensorial activa.

Una imágen que solo existe en el tiempo, y que si además, pensamos en el directo, su relación con el tiempo se complejiza aún más.

A medida que el tiempo fluye en su continuo devenir, la imágen televisiva para desarrollarse a su vez, debe indefectiblemente estar en un continuo proceso de creación; a la vez que transmite en vivo crea su propio devenir audiovisual.